Héctor Manuel Popoca
Boone.
Afirmo que los pobres, con mucha valentía, salen de sus humildes casas a
buscar el pan familiar de cada día. El “quédate en casa” es una involuntaria
burla a su condición de condenados de la tierra. Pobre es la mayoría de la
población guerrerense. Hoy por hoy, reciben la crítica gubernamental y de otros
sectores civiles, de ser los causantes principales, entre otros, de la alta
propagación del Covid-19, por su falta de consciencia y disciplina ciudadana para
observar las pregonadas indicaciones oficiales.
Se nos olvida que nuestro pueblo acusa bajo nivel educativo (primer año de
secundaria), lo que provoca escasa consciencia social. Por décadas, nuestro
sistema educativo neoliberal enalteció el individualismo a ultranza. Mantener
al pueblo en la ignorancia ha sido la madre de todas nuestras históricas
desgracias. El “que cada cual haga lo que le corresponda” procede, siempre y
cuando no eludamos nuestra propia responsabilidad al no tener un pueblo más consciente,
informado y educado.
Otro pasmo; los médicos, enfermeras y personal auxiliar fueron enviados a
la primera línea de combate, sin fusil ni cartuchos; sin uniforme y equipo
adecuado; mientras los mandamases institucionales estaban alejados de
los desvalijados hospitales y centros de salud. El “ya tomamos nota y pronto
los surtiremos” no tiene lugar, porque de años atrás a la fecha, el Estado
mexicano desatendió nuestro sistema de salud pública y lo volvió endeble. Recordemos
que, a México, llegó la pandemia meses después de que se presentara el primer
brote en China. Perdimos un valioso tiempo para prepararnos. A los tatas
mandones gubernamentales, nunca les pasó por la mente que el prevenir es
bien gobernar.
Hoy en día, buena parte de los trabajadores de la salud, están sometidos a altos
niveles de estrés, fatiga laboral y conmoción. También a la ingrata
incomprensión de aquellos que no entienden qué es exponer voluntariamente la
vida para tratar de salvar a cientos de personas contagiadas. Aparte de
heroísmo demostrado, dan ejemplo de humanismo, ética profesional y entrega
responsable al deber encomendado.
Cada día, ellos van, con determinación y enjundia, a encararse con la
muerte y defender la vida, en medio de un sinfín de carencias materiales y
humanas. En Guerrero, al 24 del presente mes, se tenían registradas 4
defunciones y 269 hombres y mujeres de la salud contagiados. De estos últimos,
afortunadamente el 80 por ciento está en franca recuperación o ya fueron dados
de alta.
También el personal de la salud, sabe bien que, por cometer un error
involuntario en su fatigosa labor, corren el riesgo de ser satanizados ipso-facto
y, peor aún, ser víctimas de bestias semihumanas que en forma irracional los
agreden física y verbalmente, para descargar en ellos un temor anormal, coraje,
rencor e impotencia individual, malamente concebidos y peor canalizados.
A diferencia de la indiferencia de algunos gobernantes y jerarcas de la
salud, que conciben a los contagiados y fallecidos tan solo como sumatoria de
números oscilantes, algunos consideramos que tal forma de apreciar la tragedia,
puede costar un mayor número de pérdidas humanas; máxime si los políticos de
viejo cuño hacen maquillar las cifras a nivel de subregistros, según sus
conveniencias. Frases rechazables son: “esto tiene que empeorar, para que
empiece a mejorar” o “coloreemos lo que de por sí está descolorado”
Es inadmisible que se diga que las muertes y contagios están dándose de
acuerdo a lo proyectado. Esa expresión fría y deshumanizada tiene parangón con lo
que acontecía en los campos de exterminio nazis, donde lo criminal estaba
escrupulosamente registrado, programado y proyectado. Si no cuidamos nuestras
palabras en tiempos de mortandad, éstas quedaran grabadas en las puertas del basurero
institucional, con la siguiente leyenda: “Entrad, que estos son los dominios de
la esperanza”.
PD. De nueva cuenta, el talón de Aquiles del programa de fertilizante
gratuito es la falta de un padrón veraz de productores y superficies parceladas.
Todo, por la obcecación contumaz del gobernador, su “maestro incómodo” y su “mozo
de estoques federal”
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