viernes, 26 de agosto de 2011

¿Estamos listos?


Héctor Manuel Popoca Boone.

En el mes de marzo del presente año, el entonces gobernador de triste recuerdo inauguró apresuradamente la planta tratadora de aguas residuales de Chilpancingo. A sabiendas de que aún no estaba terminada. No fue sino cinco meses después que por fin se echó a andar.

El hecho pasó un tanto cuanto inadvertido porque no afectó directamente a la gente. Total, meses más o menos, de no darle tratamiento a las aguas negras de la capital, no deviene mayor malestar a una ciudadanía acostumbrada a que su ciudad tenga como único canal de desague, a cielo abierto, el río Huacapa que en mucho afecta a las poblaciones de municipios, aguas contaminadas abajo.

Otra cosa es inaugurar la operación de una institución pública de atención directa a la salud de las personas. En ese mismo mes de febriles inauguraciones de obras públicas, el gobernante referido trató de inaugurar el nuevo hospital estatal ubicado en Tierras Prietas, municipio de Zumpango; aprovechando una visita del presidente de la república.

El Estado Mayor Presidencial no lo permitió al percatarse de que estaba inconcluso en cuanto a equipamiento y detalles de obra. Además de no contar con el personal medico, de enfermería, administrativo e intendencia requerido.

Al nuevo hospital estatal se trasladará el servicio de salud que otorga el actual ubicado en la alameda de Chilpancingo. La naturaleza del cambio será como si el personal que opera un yate de turismo de bahía lo enviamos a operar un barco de crucero. De esa magnitud será la transferencia: de 60 camas censables a más del doble con lo último en tecnología hospitalaria.

He recorrido el flamante hospital y no obstante que ya cuenta con todo el equipo básico y la obra está terminada, me asalta la duda sobre si ya estamos preparados en materia de personal suficiente y debidamente capacitado para que una vez inaugurado entre inmediatamente en operación.

En el momento de abrir las puertas, llegará un alud de convalecientes de todo el estado para su atención médica. Algunos graves y otros no tanto, pero que requerirán de perentorios cuidados. Esa responsabilidad obliga a ensayar con antelación, varias veces, su funcionamiento antes de aperturarlo al público. El asunto es delicado porque estamos hablando de la atención directa a la salud frágil de seres humanos y eso se nos puede salir de control si no contamos con una buena logística probada de operación a partir de una análisis situacional y en tiempo real.

Operar y administrar el nuevo hospital estatal como su antecesor no es recomendable. El tamaño de la obra, el equipo especializado y la magnitud del servicio obliga a mejoradas habilidades del personal y a tener claros y sabidos los manuales de procedimientos y flujos de atención médica que brindará, así como la suficiente dotación de medicamentos y consumibles necesarios.

No menos importante son los gastos mensuales para su funcionamiento eficaz y haber desechado con antelación vicios operacionales ya arraigados para permutarlos por un servicio de calidad certificado de acuerdo a las normas nacionales estandarizadas para el manejo de este tipo de hospitales.

De no prever eso, las quejas y reclamos por falta, descuido o mala atención proliferarán a partir del primer día, no obstante que su funcionamiento sea por etapas. Va de por medio el prestigio gubernamental.

PD. Cumplimos con la distribución de uniformes y útiles escolares. Ahora, a prepararnos para producirlos y comprarlos en Guerrero en el próximo ciclo escolar.




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