viernes, 23 de septiembre de 2011

Rencor permanente.

Héctor Manuel Popoca Boone.
Rubén Figueroa Alcocer (RFA) y su hijo Rubén Figueroa Smutny (RFS) han decidido confrontar y retar, abiertamente, al actual gobernador del estado Ángel Aguirre Rivero (AAR). Sin mayores ambages intentan, de nueva cuenta y por demás infructuosa, doblegarlo a favor de sus designios gamonales. No pueden aceptar ni resignarse a que los destinos de Guerrero y su pueblo estén en otras manos que no sean las suyas.
La tirria que le profesan a AAR raya en el rencor perenne. Proviene de años atrás cuando obligado a renunciar a la gubernatura por la masacre de Aguas Blancas, RFA pretendió que AAR fuera su marioneta siendo éste ya el gobernador en funciones.
Con dignidad valedora AAR no permitió tal ultraje a la investidura oficial. Si lo iba a juzgar el pueblo, me dijo, que ello fuera por sus aciertos y errores como genuino gobernador y no como un gobernante manipulado a la vieja usanza de la escuela de Plutarco Elías Calles, donde la voz de la crítica popular decía: el que gobierna esta acá pero el que manda está allá.
Esa postura de AAR de salvaguardar la sanidad política de Guerrero irritó de sobremanera al actual Don Corleone del PRI estatal. Desde entonces ha sido notoria la animadversión de los Figueroa, en donde ahora el hijo la exterioriza en forma procaz, sin mayor autoridad moral, tan solo cobijado en la sombra siniestra y perversa de su progenitor.
AAR y RFS fueron diputados en la misma legislatura federal. Mientras que AAR destacaba como presidente de la Comisión de Transporte y posteriormente de la Comisión de Presupuesto, RFS se hundía en su curul con desempeño gris y anodino; similar actuación tuvo como diputado local en la época de gobierno de René Juárez Cisneros.
El proyecto político personal de RFS vuelve a sufrir tropiezo cuando en la pasada elección federal presidencial hizo berrinche y rechazó participar en la contienda electoral como candidato a senador porque no le aseguraron la primera posición en el PRI. Sabía que la mayoría del pueblo no le daría su voto, ya que nunca ha conquistado arraigo popular ni jamás ha andado por los caminos del sur. Para colmo de su personal pesadilla política, tal colocación se la dieron a AAR, su coco de cabecera.
Por todo lo anterior, es de explicarse la negativa de RFA para que AAR fuera el candidato del PRI en la anterior elección estatal a la gubernatura. Es del conocimiento de todos, su veto tajante, que provocó el desgajamiento más fuerte que haya tenido el PRI-Guerrero en su historia.
Y de nueva cuenta, los Figueroa volvieron a perder ante AAR, para el mejor porvenir de estas tierras. En ellos siempre ha habido inconsistencia para lo bueno y generoso. Por eso, los guerrerenses de bien, por nacimiento o por adopción, estamos empeñados en quitarles toda posibilidad de ser los eternos mandamases y a nosotros todo sentimiento de sometimiento.
Hoy con la sevicia que los caracteriza, intentan socavar la labor constructiva y progresista que realiza AAR como gobernador constitucional del estado. No importándoles para eso, desestabilizar al gobierno y llevarse entre las patas al pueblo de Guerrero.
Estos personajes del ayer y sus aduladores de hoy, como lo es el neo-perredista, trepador e inescrupuloso, Armando Ríos Piter, volverán a toparse con pared recia en esta renovada intentona. AAR tiene los arrestos suficientes y el respaldo popular como para saber sortear los estertores de agonía, mezclada con amargura, de los personajes emblemáticos de la represión violenta suriana, pletórica de desparramada sangre inocente.
Han llegado los Figueroa a un estadío en que la política, en cualquiera de sus ámbitos, les es una actividad de derrota constante y anticipada. A lo más, serán entes obsoletos en empaques pomposos y con estratagemas asaz insidiosas, producto de sus grandes negocios realizados al amparo de los gobiernos que han estado bajo su férula.
PD1. Lo que embate, afianza; cuando existen buenos cimientos.
PD2. ¡Aguas con Elba Esther Gordillo!
PD3. No es culpa del gobierno estatal el que no se hayan dado las reparaciones indicadas en la sentencia de la Cidh en contra del Estado Mexicano, en los casos de las mujeres indígenas guerrerenses, Inés Fernández Ortega y Valentina Rosendo Cantú. Hemos estado dispuestos a cumplirlas en lo que a nosotros compete.

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