Héctor Manuel Popoca Boone.
Con la entrega a particulares, especialmente
extranjeros, de los recursos energéticos nacionales, el gobierno federal y el Congreso
de la unión consolidan la vía para que el crecimiento económico de México siga
dándose en un contexto de subordinación externa, de permanente y mayor
desigualdad social, fuerte corrupción institucional, así como de acrecentada
concentración del poder y de la riqueza nacional en unas cuantas manos. La
historia nacional así nos lo enseña. Lo peor que ha sucedido es no haberla
tenido en cuenta.
Lamentable época la que estamos viviendo en donde el
despojo de sus recursos estratégicos a la nación se disfraza con espejismos de
crecimiento económico aparejado de bienestar social. De nuevo, el pasado
padecido nos enseña que la inversión extranjera no satisface dicha aspiración
social en ninguna parte del mundo. Al contrario, se enseñorea la dominación, de
tipo globalizado, de nuestra economía por unas cuantas poderosas corporaciones energéticas
internacionales. Romper esas cadenas costará mucho sufrimiento y esfuerzo a las
futuras generaciones de mexicanos.
Se han entronizado a nivel constitucional los
principios antisociales de los potentados aborígenes siempre portavoces de sus
pares extranjeros, como lo son el individualismo, el abuso del poder y la
perversión de la democracia al mejor postor. Con la venta de nuestros recursos
naturales estratégicos, la economía y el poder quedan supeditados a las
concepciones e intereses individualistas a costa del interés público, de las
necesidades y del progreso de las mayorías populares.
Se reducirán los recursos destinados a la protección
y solidaridad social, abaratándose también el pago salarial. La pobreza social
no se erradicará porque la corrupción institucional y privada lo seguirá
impidiendo, entre otros factores. Los sobornos de gran calibre a servidores
públicos estarán a la orden del día. Las instituciones públicas se pondrán al
servicio de unas cuantas poderosas empresas en detrimento de la nación. Los
políticos serán a la vez accionistas empresariales. El mayor y mejor empleo
seguirá siendo una vana ilusión. Los principios y valores sociales humanitarios
quedarán en el baúl del olvido.
Para muy ulteriores futuros relegado queda el objetivo
de que la población tenga las mismas oportunidades de superación, abandonado el
principio de que la libertad individual y social se alcanzará satisfaciendo las
necesidades humanas más elementales (alimentación, vivienda, salud, educación,
seguridad pública y patrimonial, entre otras)
Esta desafortunada decisión de dependencia económica
y política ha sido obra de la mediocre y malinchista
mayoría de la clase política que padecemos. También quedó claro que lo
importante en las campañas electorales para acceder al poder no es lo que se
pregona sino lo que se oculta, además de los financiamientos opacos que ahora
se dan con desparpajo para comprar la voluntad popular. La pluralidad política
quedó en demagogia y la disciplina mono-polar convenenciera volvió a sus reales.
La falta de respeto e impunidad frente a las leyes y
para beneficio de fines particulares será moneda de curso corriente, inservible
para resguardar la verdadera equidad justiciera colectiva. La observancia de
deberes comunes para todos caducará ante cualquier tipo de avasallamiento
social.
Con esta nueva era, ya no podremos darnos libremente
el destino que como nación determinemos la mayoría de los mexicanos. Quedamos atrapados
y sin salida autonómica. A la par de los desastres naturales ahora llegan las
calamidades económicas previsibles pero hasta ahora vano de impedir por los
afanes voraces de lucro mercantilista inhumano. La nación está de luto a causa
de unos vende patrias, hijos de p…
PD. En estas semanas terminales de año aciago,
llevaré mi rabia y pesadumbre contenida en silencio para volver a tratar de
opinar con ecuanimidad y objetividad en el venidero. Que tengan feliz descanso
de mis escritos.
h.popoca.b@gmail.com
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